Julio Moura: del esplendor con Virus al laberinto de una existencia marcada por las sombras del destino
Publicado: 03 / 01 /2025En el vasto universo de la música argentina, pocos nombres despiertan tanta leyenda como el de Julio Moura. Este virtuoso guitarrista y compositor, cerebro detrás de Virus, no solo fue un ícono de su generación, sino que también trazó un camino inquebrantable en la historia del rock nacional. Sin embargo, hoy su vida se encuentra bajo un crudo y desgarrador foco mediático: una investigación judicial lo envuelve a raíz de la trágica muerte de su pareja, Gloria Andrea Rojas Murillo, un acontecimiento que se suma a su rica y compleja trayectoria en la música.
El hallazgo del cuerpo sin vida de Gloria en su domicilio de Villa Elisa, en La Plata, ha conmocionado al mundo del rock. La escena del suceso, donde se encontraron signos de ahorcamiento y lesiones en sus piernas, deja entrever un contexto perturbador. Moura sostiene que la tragedia se produjo durante una práctica sexual sadomasoquista, una explicación que todavía está bajo la lupa de las autoridades.
Este caso ha generado un frenesí en el entorno del músico y entre sus seguidores, quienes luchan por reconciliar esta sombría realidad con el legado brillante que Julio ha dejado en la música argentina.
El nombre de Julio no puede separarse de Virus, la célebre banda que él formó junto a sus hermanos Federico y Marcelo Moura, junto a talentos como Mario Serra, Enrique Mugetti, Ricardo Serra y el inigualable letrista Roberto Jacoby. Desde su primer álbum de estudio en 1981, Virus rompió con esquemas, ofreciendo a la juventud argentina una voz fuerte y provocadora, capaz de resonar en la sociedad emergente.
Con temas como “El rock en mi forma de ser“, “Amor descartable” y “Pronta entrega“, la banda se convirtió en un verdadero himno de la resistencia generacional, legitimando el deseo de bailar como una forma de lucha en un contexto de oscuridad política. “Nos tildaban de frívolos por salir a bailar, pero bailar era nuestra forma de resistir”, confiesa Julio, evocando los ecos de un pasado lleno de dolor y esperanza.
No obstante, detrás del brillo y la euforia de la música, la familia Moura arrastraba una sombra trágica: la desaparición de Jorge, su hermano mayor, víctima de la represiva dictadura argentina en marzo de 1977.
La banda, a través de sus melodías y ritmos, desgajó el luto y el dolor, logrando colocar las tragedias del pasado en un contexto estético transformador, permitiendo que el público pudiera identificarse con esas realidades silenciosas. Así, surgieron como pioneros, dejando huella en una escena que dio lugar a otras grandes bandas como Soda Stereo.
La tragedia no tardó en golpear nuevamente: en diciembre de 1988, el prematuro fallecimiento de Federico Moura a causa de complicaciones derivadas del sida dejó al grupo desolado. “Era aterrador, tenía sida y el médico no quería darle la mano”, recuerda su hermano Marcelo, quien fue testigo de los aciagos instantes que precedieron a su deceso. La pérdida marcó no solo un vacío familiar, sino también un golpe devastador para la música argentina. “Con Federico se perdió un artista enorme. Para mí, fue una pérdida múltiple: familiar, profesional y emocional”, explica Julio, dejando entrever el profundo impacto de la tragedia en su vida.
A pesar de la pérdida de su hermano, Virus continuó su camino, con Marcelo Moura liderando como vocalista. Sin embargo, las tensiones internas y los cambios de alineación empezaron a fraguar el espíritu del grupo. Aun así, la esencia de Virus prevaleció, celebrando su legado en memorables presentaciones, como la que realizaron en 2022 en el Arena de Buenos Aires.
En 2018, Moura dio un giro hacia lo introspectivo con el lanzamiento de su álbum solista, Enigma 4, una obra que narra sus experiencias y reflexiones abarcando su amplia trayectoria musical. Este trabajo dialoga con el pasado y presente, estableciendo un hilo conductor entre sus vivencias y el contexto social de las épocas que ha atravesado.
A sus 68 años, Julio Moura persiste como figura central en el rock argentino. Su legado, una mezcla de melodías vibrantes y experiencias profundas, se enfrenta ahora al oscuro escrutinio de la justicia. La tragedia vivida en Villa Elisa añade un nuevo capítulo a la narrativa de su vida, cuyo trasfondo es ya de por sí desafiante.
Reflexionando sobre su conexión con la música, Julio comparte: “No es que me refugié en la música; ella me guió”. Este enigma de su existencia, en el que arte y realidad se entrelazan, parece requerir ahora más que nunca de esa guía, no solo para enfrentar los turbulentos tiempos presentes, sino para salvaguardar el legado de un artista que ha consagrado su vida a la creatividad.
La historia de Julio Moura, así como su música, permanece como un enigma por desentrañar, saturado de luces y sombras que exigen un profundo análisis y reflexión.